Nuestro viaje por Escocia

Mi viaje por la romántica Alba, fue muy especial por varios motivos: era la primera vez que salía de España, la primera vez que montaba en avión, visitaba uno de los lugares que más deseaba conocer y, además, era mi "luna de miel".

Viajamos a Edimburgo la tercera semana de agosto, en plenos Festivales, por lo que el ambiente era de lo más animado y, al igual que en nuestro viaje a Irlanda, decidimos alquilar un coche y recorrer las "tierras altas" por nuestra cuenta, alojándonos en casas de Bed & Breakfast, y comenzando cada uno de los días con la energía que aporta un "full scottish breakfast".

Volamos al anochecer, por lo que, nada más llegar nos trasladamos a un hotel de la capital y descansamos para coger fuerzas para disfrutar de todo lo que nos esperaba. A la mañana siguiente, dimos un paseo por el centro de la capital, visitamos la Oficina de Turismo y nos formamos una pequeña idea de lo que en los días finales de nuestra estancia podríamos ver. A mediodía, partimos hacia el norte. Nuestro destino: Aviermore, localidad de montaña en la cual pernoctaríamos dos noches, pero antes de llegar realizamos una parada en el Castillo de Blair Atholl y dimos un paseo por sus jardines.

Castillo de Blair Atholl

El segundo día visitamos el Castillo de Ballindalloch, edificación habitada por una familia muy relacionada con la Casa Real Inglesa (se podían observar numerosas fotografías que dejaban constancia de ello), con unos hermosísimos jardines en los que perderse y apreciar una gran variedad de especies florales.

Castillo de Ballindalloch

Tras ello nos dirigimos hacia Elgin, a conteplar in situ la ruinas de lo que fue una de las más grandes catedrales de Escocia, y al palacio medieval de Spiny.

Catedral de Elgin

Palacio de Spiny

Visitamos la destilería de whisky Dallas Dhu, donde nos ofrecieron un vasito de la citada "pócima" a la manera escocesa, o sea, más bien calentito, sin hielo y... yo pagué las consecuencias de tal osadía. Después visitamos Forres y pudimos ver una impresionante exposición floral en un inmenso parque en el cual ¡se podía pisar la hierba! Lo más curioso es que el mantenimiento del parque se hacia con donaciones populares.

Esposición floral en Forres

Continuamos nuestra ruta hacia Inverness, capital de las Highlands. Recorrimos el centro de la misma y regresamos a nuestra casa en Aviermore.

El siguiente día fuimos a la caza y captura del monstruo del Lago Ness, pero no hubo suerte. Después de aquella ruta bordeando el lago yo me pregunto : ¿Es posible que alguien se atrva a decir que lo ha visto en una extensión semejante de agua? No sé, no sé.

Llegamos hasta el centro turístico del lago, atestado de visitantes como nosotros y decidimos continuar nuestro viaje sin demora hasta el Castillo de Urqhart, a orillas del agua, donde nos mojamos un poquito para dar fe de que la masa húmeda donde dicen que Nessie habita es real.

Castillo de Urqhart

Atravesando lagos y montañas, llegamos hasta el Castillo de Eilean Donan, famoso no sólo por su belleza y hermosura de sus alrededores, sino porque ha sido el escenario de numerosas escenas de películas épicas y publicidad.

Castillo de Eilean Donan

A través de un impresionante puente y, previo pago de una pequeña cantidad, llegamos a la romántica Isla de Skye. No disponíamos de mucho tiempo, y fue una lástima no poder recorrerla y disfrutarla más a fondo, excusa perfecta para regresar algún día.

Isla de Skye

Para retornar a la gran isla optamos por embarcarnos en Armadale en un ferry que nos transportó, con coche incluido, hasta Mallaig. El trayecto de treinta minutos (no está mal teniendo en cuenta que yo me mareo por nada) y la belleza del paisaje compensaron el precio del mismo.

Nos alojamos en Corpach, muy próximo a Fort William, a las faldas del Ben Nevis, la cumbre más alta de la isla (1.343 m).

En la siguiente jornada decidimos visitar Oban, puesto que allí se celebraban aquel día los Highland Games.

El origen de estas reuniones divididas en una parte musical y otra deportiva, que se celebran a lo largo y ancho de Escocia, era seleccionar a los mejores hombres para trabajar al servicio de los jefes de los clanes en que estaba dividida la antigua sociedad escocesa; como guardaespaldas, los más fuertes, o como entretenedores, los mejores músicos.

Mientras, en la parte musical compiten bandas de gaiteros, bailarines y portadores de mazo (los que preceden a las bandas en los desfiles y hacen malabarismos con ese utensilio), quienes participan en las actividades deportivas realizan sucesivamente las distintas pruebas, que consisten en lanzar martillos, piedras o troncos de árbol.
Por supuesto, todos los participantes van ataviados con el kilt, la famosa falda escocesa, bajo la cual se supone que no llevan nada. Tras la entrega de premios, los juegos finalizan con el desfile de todas las bandas de gaiteros por las calles principales del pueblo.

Highland Games

Pero si, como nosotros, llegáis a Oban desde Fort William, estad bien atentos en el camino, porque cuando menos lo esperéis, a vuestra derecha aparecerá el magnífico Castillo de Stalker, al que sólo se puede llegar en barca...

Castillo de Stalker

... aunque merece la pena pararse en cualquier lugar señalizado como pintoresco, porque todo rincón de Alba fascinante.

En nuestro siguiente día de viaje, disfrutamos del increible paisaje que nos ofrecía el camino hacia Edimburgo.

Y, como no, hicimos un alto en Stirling, en busca de las huellas de William Wallace, quien, en 1297, y con soldados reclutados en toda la nación, destruyó un ejército inglés y restauró la monarquía escocesa, aunque, posteriormente, los ingleses recuperaron Escocia y Wallace fue entregado a los ingleses y ejecutado en 1305.

Monumento a William Wallace

Resultaba emocionante indentificar los lugares reales donde sucedieron los hechos revividos en la oscarizada película Brave Heart.

Puente de la Batalla de Stirling

Y, de nuevo, llegamos a Edimburgo. Aprovechamos la tarde para subir a Carlton Hill y admirar la magnífica vista que se aprecia de toda la ciudad. Recorrimos la Royal Mile, que separa el Castillo de Edimburgo del Palacio de Holyrood, y contemplamos cómo anochecía y el Castillo cambiaba su imagen con la estupenda iluminación nocturna que lo adorna.

Vista nocturna del Castillo de Edimburgo

A la mañana siguiente visitamos el interior del Castillo y comprobamos cómo era la ciudad de Edimburgo en la Edad Media y cómo era la vida en la corte. Es una visita muy entretenida que no hay que perderse y el sistema de alquiler de cascos para la traducción simultánea de las explicaciones de la visita a la fortificación es estupendo.

Castillo desde Princes Street/Interior del Castillo

Vista de Edimburgo desde su Castillo

Interior del Castillo

Desde luego que hay muchísimas cosas que ver en Edimburgo, sobre todo mientras se celebran los Festivales. El ambiente es fabuloso. Hay una animación impresionante en las calles, además de las representaciones, conciertos y exposiciones que tienen lugar en recintos cerrados. Y si podéis y os gusta el sonido de la gaita, adquirid una entrada para ver el Military Tatoo que tiene lugaren el patio del Castillo cada noche, mientras duran los festivales. Es una muestra de bandas de gaitas de multitud de puntos del mundo. Si no podéis verlo, disfrutad de las actuaciones callejeras.

Es una buena idea, sobre todo si se sabe un poquito de inglés, conocer Edimburgo a bordo de un autobús turístico, por lo menos para formarse una idea de aquello que se considera más relevante de la ciudad y cuando no se dispone de mucho tiempo para recorrerla con calma a pie.

Degustad unos exquisitos shortbread, alguna de las innumerables variedades de fudge, un rico trozo de queso Cheddar, y... no me preguntéis por el haggis, porque no tuve oportunidad de probarlo. Y sobre todo, enfundaos en unas vestiduras como éstas y viajad a la Edad Media, sintiendo el peso de una enorme espada Claymore en vuestras manos.